El 15 de junio, el Gobierno de Israel informó que la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), junto a fuerzas hutíes, lanzó alrededor de 150 misiles balísticos contra Tel Aviv, Bat Yam, Rehovot y Haifa, en represalia por los bombardeos previos de Israel. Según el comunicado oficial, los proyectiles pertenecían a las familias Fateh-110, Zelzal-2 y “Palestine-2”, armamento atribuido al CGRI y al grupo insurgente yemení.
El portavoz del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas de Defensa de Israel confirmó que la mayoría de los misiles fueron disparados desde tres bases de lanzamiento ubicadas en los alrededores de Teherán, específicamente en la base de Kahrizak (al sur), la instalación de Shahroud (noreste) y la zona de Parchin (sureste de la capital iraní). Por su parte, las milicias hutíes lanzaron su ofensiva desde posiciones en la gobernación de Sa’dah, en el norte de Yemen, utilizando plataformas móviles ocultas en áreas montañosas.
Según el portavoz, las baterías de Iron Dome y Honda de David realizaron 220 lanzamientos de intercepciones. De acuerdo con un informe del Ministerio de Defensa de Israel, el ataque dejó un saldo inicial de 15 fallecidos y más de 200 heridos, con daños en 61 edificios residenciales y en las instalaciones de la refinería BAZAN de Haifa.
En consecuencia, el Consejo de Seguridad Nacional de Israel autorizó “medidas proporcionadas” contra objetivos iraníes y hutíes. Se desplegaron aviones F‑35I Adir y F‑16I Sufa que realizaron bombardeos de precisión sobre almacenes de misiles en la provincia de Isfahán y sitios de lanzamiento en el norte de Yemen. El CGRI advirtió que “la agresión será respondida con mayor fuerza” y el Gobierno de Yemen calificó las represalias de “injerencia flagrante” en su soberanía.
Fuentes: idf.il